Garabatos y cuentos #8 | Nepal
Desperté con las noticias del accidente aéreo en Nepal. Y los recuerdos se me agolparon en la cabeza.
Hoy nada más despertar me llegó la alerta al móvil del accidente aéreo de Nepal. Me impresionó mucho porque Katmandú y Pokhara -la ruta que seguía el avión- son las dos únicas ciudades que conozco de aquel país. Estuve en Nepal en 2016, un año después de un terremoto tremendo, para colaborar con una ONG de comercio justo. Una parte del equipo trabajábamos desde Katmandú y la otra -Nuria y Juanjo, una pareja adorable- colaboraban precisamente desde Pokhara. Recuerdo que nos hacía gracia el nombre de la aerolínea que llevaba de un punto a otro: Yeti Airlines. No recuerdo si Nuria y Juanjo llegaron a cogerla para viajar hasta Pokhara. Pero cuando el resto de compañeros fuimos a visitarlos un fin de semana, preferimos recorrer esos 200 kilómetros metidos durante ocho horas en un autobús. Ya no me acuerdo bien, pero supongo que alguien nos recomendó que lo hiciéramos así. Como alguien me recomendó que no me gastara 100 euros para ver el Everest desde la ventana de una avioneta porque estábamos en época de monzones y podía ser peligroso.
El Everest fue el primer motivo que tuve para pensar en Nepal como un país que quería visitar. Fue algunos años antes de aquello. Y ocurrió porque leí un libro que me impresionó: ‘Mal de altura’, de Jon Krakauer, al que llegué por una película basada en ese mismo libro: ‘Everest’. Ir a Pokhara aquel fin de semana era lo más parecido a ver el Everest. Porque desde Pokhara ya puedes ver las montañas del Annapurna, en la cordillera del Himalaya. Esto lo convierte en un destino obligado para los amantes del trekking. Y, con mucha seguridad, explica que en el avión siniestrado viajaran varios turistas extranjeros. El avión era el de Yeti Airlines.
Todos los accidentes de avión me impresionan. Pero el de Nepal me ha dado muchísima pena. Porque es un país pobre, que no para de padecer desastres naturales (inundaciones, terremotos…), donde los accidentes aéreos se suceden con demasiada frecuencia (por eso las aerolíneas nepalíes no pueden volar a Europa); un país de niños y adultos explotados por el resto del mundo, que ha sufrido bloqueos fronterizos con India, al sur, y que también es vigilado de cerca por China, al norte, para que los tibetanos no huyan a través de su territorio.
Todo ello me apenaba mucho estando allí. Y hace que ahora también me vuelva esa inquietud por Anju, por Sunil, por el monje budista Babukaji -que entonces no se despegaba del móvil y ahora tiene hasta perfil en Tik Tok-, y por otras tantas personas, especialmente mujeres, cuyos nombres he olvidado pero a las que recuerdo bien. Y por sus familias. Y por sus amigos (que allí son casi como familia).
Siento que esta carta me haya llevado tan lejos. Tenía otras ideas apuntadas en la agenda. Pero no puedo escribir de ello cuando en la cabeza se me agolpan tantos recuerdos.
Espero que estés bien.
PD: No puedo reprimirme las ganas de decirte algo más: a pesar del bombazo de la semana… mi canción favorita de Shakira sigue siendo ‘Hips don’t lie’ :)
PD2: En su día escribí esto sobre Katmandú, por si quieres leerlo.