Garabatos #34 | Dime qué hago
Me gustaría mucho conocer vuestra opinión. Si podéis y tenéis tiempo.
Antes de verano, creía que aprovecharía las semanas de vacaciones para escribir varias cartas y dejarlas programadas para que os llegara una por semana. Comencé a apuntar pensamientos en un cuaderno con idea de que se convirtieran en cartas. Pero no sucedió eso.
Sucedió que, con tiempo libre, me salió escribir ficción. Y que terminar esas historias se tornó en obsesión. Una obsesión feliz. De una idea, te sale una historia que va mutando según la repiensas cada noche. Y escribes. Y escribes. Y lo que iban a ser dos páginas, ahora son tres, luego cuatro, luego diez. Y, cuando terminas, te sientes un poco huérfana. Como cuando terminas de leer un libro. O cuando acabas una serie.
Pienso en estas cartas muy a menudo, pero quiero cambiarlas. No sé si es el nombre, no sé si es la uniformidad de Substack, no sé si es el contenido. Pero hay algo que quiero cambiar. Hay algo en estas cartas que me está frenando. Y no sé bien qué es. Todavía no lo tengo identificado.
Por los comentarios y los correos que me enviáis, creo que el cambio importante para vosotros es el de la periodicidad. Las cartas os gustan y querríais leerlas con más frecuencia. Bien. A mí en este punto me falta un poquito de motivación. De ahí lo del cambio.
Hace unos meses las cartas fueron una necesidad para mí. Me ayudaba mucho escribirlas. Me ayudaba saber que alguien las leía. Por suerte, ahora no siento esa necesidad, pero sí muchísimo cariño por todo lo que este pequeñísimo proyecto significa. Y por todos los que formáis parte de él. En este tiempo ha habido más cambios: he dejado la terapia, he comenzado un taller de escritura en el que me siento en casa, estoy renovando mi armario o, mejor dicho, me estoy deshaciendo de esa ropa que me ha acompañado durante demasiado tiempo… no sé… son pequeños detalles que espero que reflejen un cambio profundo.
Y eso es lo mismo que siento con este nombre de Garabatos. Garabatos era una sección del blog que tenía antes de estas cartas. Doce años atrás. Fue una sugerencia de mi padre, que aún hoy me dice que a él le gusta este título. Pero a mí me remite a otros tiempos, a otra Tamara, me estanca en el pasado. Se me han pasado otros nombres por la cabeza: Viaje a Hartzenbusch, en honor a un piso en el que viví una etapa de mi vida donde la amistad y la celebración fueron muy importantes (pero también hablamos de otra época, así que lo he descartado), Casiopea Latte (como si esta newsletter fuera una cafetería llamada así; un lugar en el que poder sentarte y escribir, leer, charlar con amigos mientras te tomas un café… pero no sé si representa todo lo que quiero que sean estas cartas. Me gustaría dedicar más espacio a escribir sobre el gozo de escribir… Casiopea era la tortuga de Momo), Nota al pie (es una idea de Álvaro que me gustó, pero a la que le falta algo de personalidad, algo propio de mí…), Cuadernos imprudentes, Tinta azul…
Y luego está el tema de Substack. La plataforma tiene muchas ventajas evidentes, pero cada vez me parece más una red social. Y eso me da mucha pereza. Mi newsletter en Mailchimp era más feíta. Pero la sentía totalmente mía. En Substack todas las newsletters me parecen iguales en su forma. Y me gustaría que esta fuera más personal.
No te haces una idea de todo el tiempo que pierdo en elegir colores, tipografías, en inventarme imágenes como la de la cabecera que ves arriba (si estás leyendo esta carta desde tu email…). No se me da muy bien, pero me divierte mucho trastear con códigos y diseños.
José me dice que mi problema es que pienso demasiado las cosas. Ya lo puse en mi descripción de esta newsletter: sufro parálisis por análisis. Pero estas cartas ya sabes que suelen salirme sin pensarlas mucho. Y creo que eso es lo que hace que os gusten. Y lo que más disfruto yo misma: que escribo desde mi verdad.
En fin, que acepto cualquier sugerencia que queráis hacerme. Si no estás suscrito, puedes mandarme un mensaje directo a través de Instagram, la única red a la que todavía me gusta entrar, o un mensaje privado pulsando el siguiente botón (que creo que funcionará…).
En serio: me gustaría mucho conocer vuestra opinión. Si podéis y tenéis tiempo.
Un abrazo,
📩 Si te ha gustado esta carta, reenvíala. Es una manera generosísima de decirme que lo que hago merece la pena 🙏🏻
También puedes decirme que te ha gustado con un ❤️ o dejarme un comentario.
📚 Libros que quiero leer. ¿Tienes alguna recomendación?
“Solo el más sabio o el más estúpido de los hombres no cambia nunca”
-Confucio-
Tamara, lo que plasmas en esta carta me es familiar. Cierto es que no estoy en tu piel, pero mucho de lo que compartes me resuena.
Si me dejas, te comparto mis sensaciones...
Me vine a Substack con la idea de usarlo para recoger en cada publicación lo que vengo haciendo en otros medios y espacios (artículos, colaboraciones, eventos, etc.) y para compartir alguna que otra lectura o película. Es la sección "Construyendo momentos" y, como su nombre indica, sale cuando tengo cosas que contar. Con el tiempo, dio paso a la sección semanal "Un diario compartido", en la que comparto despertares breves que he tenido durante la semana. Desde hace unos meses, estoy pensando en crear otra sección que sea una mezcla de despertares, diario y reflexiones que van más allá de dos líneas pero que no llegan a ser artículos (esos ya los publico en el medio con el que colaboro); pero aun no la he concretado. Con esto lo que quiero compartirte es que, aun siendo limitante Substack en lo estético, puedes crear diferentes secciones en tu newsletter y que cada una tenga una estética, una intención y un mensaje y que se adapten a tus ritmos y ganas.
Por otro lado, quienes te leemos si realmente tenemos interés en ti, escribas periódica o puntualmente estaremos atentos. Creo que se ha instaurado una "obligación" de escribir semanal, quincenal y/o mensualmente y eso, aun siendo un buen ejercicio con uno mismo, puede llegar a suponer un malestar e incomodidad si no cumplimos. A veces la vida nos da imprevistos, sustos, pereza o desgana que chocan con este tipo de disciplina impuesta, llegando a suponer un problema y desmotivación.
En resumen: no te fuerces más allá de lo que quieras esforzarte. Y como alguien me recuerda de vez en cuando, quiérete desde la exigencia y exígete desde el cariño.
Ánimo que esta etapa/transición. La incertidumbre suele tener fecha de caducidad y seguramente acabes encontrando el modo de ser, estar y compartirte.
Un abrazo.